Viene la histéresis

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El paro en España es del 16,26%, en Canarias de un 25,04%, y también en Canarias entre los menores de 25 años la tasa de paro es del 61,7%. La estructura económica planetaria ha recibido dos duros golpes en los últimos veinte años, el de la crisis financiera de 2008, y el de la actual crisis provocada por las medidas exorbitadas tomadas en base a la pandemia del coronavirus. 


La crisis financiera de 2008 tuvo estrecha correlación con la incorporación de las transacciones financieras a la esfera informática digital del planeta, además de la fabricación de “productos” que convertían las transacciones dinerarias en juegos de casino que utilizaban todo tipo de expectativas de futuro. De hecho, uno de los momentos de “shock” lo fue el ya olvidado “flash crash” sin motivo, por el error de un operador en una bolsa planetaria, que produjo un efecto “triggering event”. Es famoso el ejemplo del enloquecimiento del algoritmo, en 2010, que envió a EEUU a la quiebra durante unos minutos, de lo que se acusó años más tarde a un operador que desde su casa de Londres pudo manipular las cotizaciones del día. 


El permiso para convertir los valores dinerarios en objeto de expectativas, unido a dejación en manos de los algoritmos informáticos de la toma automática de decisiones, provocan esas crisis financieras donde el dinero cambia de mano, arruinando a unos y enriqueciendo a otros. 


Al lado de esto está la economía real, los denominados fundamentales, que dependen de la productividad y éxito comercial de los bienes y servicios producidos e intercambiados entre personas, empresas y naciones. Pues bien, todo este mecanismo sufre histéresis. 


La histéresis, estudiada primeramente en física, sobre todo en los metales ferromagnéticos, es la influencia en el estado de un sistema de la historia de ese mismo sistema. Por ejemplo, la histéresis en la respiración pulmonar la detectamos cuando la voz lleva un volumen inicial que afecta luego al ritmo posterior de la voz. La histéresis ocurre en física, en química, en biología, en ecología, en sociología… pero vamos a repasar la histéresis en economía.


Cola escultura


Escultura en el  Franklin D. Roosevelt Memorial, Washington, D.C.,

recreando las colas del hambre de la crisis de 1929 


Principalmente se ha estudiado el fenómeno en las crisis de empleo. Existe un paro estructural en los países, en torno al dos por cien en los de economía más fuerte y dinámica y llegando a un seis o siete por ciento en los de economías más débiles. Cuando sobreviene una crisis, como en una empresa, la masa laboral pierde trabajadores que van al paro, durante la crisis los trabajadores que quedaron empleados se aprovechan de mejoras de productividad por asumir trabajos más densos, luego mejora la economía y la masa de trabajadores que se incorporan no son los que perdieron su trabajo, más viejos y viciados, sino que se acoge, con menor importe salarial, a los nuevos recién incorporados al mercado laboral, porque cuestan menos y están mejor preparados o tienen mejores condiciones físicas. Por tanto, se ha observado que el desempleo se incrementa siempre después de las crisis, y deja un gran rastro de desempleados de larga duración, y a este fenómeno se le llama en economía histéresis. Una tasa de desempleo incrementada se convierte en estructural después del efecto de histéresis en un cuerpo social enfermo y convaleciente. Las tasas de paro duran años hasta que se vuelven a recuperar. Estos comportamientos tienen reflejo en ecuaciones macroeconómicas, y que buscan averiguar la evolución de las tasas económicas a través de modelos como el NAIRU. Ni las reformas laborales, ni el crecimiento económico, sacan del desempleo a estos trabajadores afectados como si fueran queloides, uñas o pelos, que han sido expulsados para siempre del cuerpo laboral de la sociedad. 


Las organizaciones financieras mundiales se han preocupado por este efecto. En 2016, Lawrence H. Summers, de la Universidad de Harvard, y Antonio Fatás, profesor de Economía, publicaron “The Permanent Effects of Fiscal Consolidations”, donde culpaban de la generación de un mercado laboral débil, por histéresis, a las políticas de consolidación fiscal (freno del déficit máximo en el 0,5% o el 1% del PIB, en función de los porcentajes de la deuda pública, introduciendo políticas de austeridad en todos los niveles) acometidas por los países en 2010. Ya en 2016 se diagnosticaba histéresis en el mercado laboral de Europa y algo en EEUU. 


En definitiva, la histéresis de los efectos de la crisis planetaria iniciada entre 2008/2010, produjo degeneración en las masas laborales con tasas de paro anormales, y ahora con la crisis de la pandemia del coronavirus, la situación se va a agravar, añadiendo más gravedad al efecto de histéresis anterior, todavía no procesado por la recuperación económica ya perdida. Millones de trabajadores enviados al paro de por vida, maquinarias que sustituyen sus labores con eficiencia, generación de un gran porcentaje de la población subsidiada por el estado al no poder trabajar y progresar dentro del mecanismo económico, provoca hambrunas, las hambrunas provocan tensiones sociales, las tensiones sociales provocan estados de alarma y toques de queda por parte del estado para protegerse del malestar de buena parte de la población condenada. Esta situación la veremos a peor en todos los países que han machacado a sus poblaciones con confinamientos. Y este caldo de cultivo es el que necesitan los políticos de extremo (izquierda o derecha) para apoderarse del poder y quedarse mandando sobre sociedades oscuras, con mal aspecto, tristes, empobrecidas y generadoras de una tendencia patológica a la igualdad en la miseria, el abuso de la elite política, y el cercenamiento de la libertad. El caldo de cultivo perfecto para el surgimiento ontológico del ser superior.


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