Invierno Oscuro, Primavera Silenciosa

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Juan Ezequiel Morales


Dark Winter” y “Silent Spring”. Estudiemos el origen de estos dos conceptos. La denominada Operación Invierno Oscuro (“Dark Winter”) se llevó a cabo como simulación de un ataque bioterrorista donde se esparcía la viruela por Oklahoma, Georgia y Pensilvania, en EEUU, entre el 22 y el 23 de junio de 2001. Tara O'Toole y Thomas Inglesby, del “Johns Hopkins Center for Civilian Biodefense Strategies”, y Randy Larsen y Mark DeMier, de “Analytic Services”, fueron los principales diseñadores y controladores del proyecto “Dark Winter”. Meses más tarde, sobrevino el 11S y varias cartas con ántrax se dispersaron por Norteamérica junto al ataque a las Torres Gemelas. En la simulación del “Dark Winter” se determinó que surgirían contingencias como la pérdida masiva de vidas por la extensión de la peste, un pánico generalizado que provocaría “shocks” sociales y violencia mafiosa, así como una grave problemática para las noticias que deberían proporcionar los medios de comunicación. Se detectó una incipiente pérdida de confianza en el gobierno seguida de desorden civil, y la consiguiente violación de derechos democráticos por parte de las autoridades que intentaran restablecer el orden, surgió la duda de los aislamientos obligatorios frente a los aislamientos voluntarios, así como de la vacunación, el cierre de las fronteras, el cierre de aeropuertos, y graves tensiones entre la federalización del orden y la intervención de la Guardia Nacional. Se constató una enorme sobrecarga en el sistema de salud, y todo esto, a su vez, condujo a una ansiedad pública de gente desesperada por vacunarse, y como “feedback”, el endurecimiento de las decisiones de los gobernantes, la imposición desordenada de cuarentenas y la paralización de la economía.


Clavado a lo que, veinte años después, se ha producido con la crisis del coronavirus.


Amigos, han desaparecido los vencejos de metrópolis como Madrid, a causa de la feroz nevada que ha caído sobre Europa. Estas aves son uno de los ejemplos de adaptación a la vida en volandas más extremos, conocidas por ser capaces de comer y dormir en el aire hasta casi diez meses seguidos y, prácticamente, no depender de estar posadas sino para su reproducción. Pero más realmente, las aves están desapareciendo de las metrópolis por un motivo ya previsto por Rachel Carlson desde 1962, en su “Silent Spring”, Primavera Silenciosa, donde preveía que los pesticidas acabarían con la fauna, y los cantos de los pájaros dejarían de oírse. 


Lo de huir de las ciudades al campo para evitar estos negativos efectos en la cadena trófica y vital viene de viejo. Es famoso el libro “De La Ciudad al Campo”, de la adventista norteamericana Elena G. De White, a principios del siglo XX, quien apoyándose en diversos pasajes bíblicos, anatemizó la vida en ciudades y exhortó a abandonarlas en una reacción dirigida por la divinidad: “En vez de la ciudad atestada, busquen algún lugar apartado… La vida en las ciudades es falsa y artificial. La intensa pasión por conseguir dinero, el torbellino de excitación y la búsqueda de placeres, y la sed de ostentación, lujo y extravagancia, son otras tantas fuerzas que desvían la mente de los seres humanos del verdadero propósito de la vida”. Y como en nuestra contemporaneidad la religión bíblica y monoteísta ha sido sustituida por la adoración al nuevo Becerro, la Ciencia, ahora tenemos a Greta Thunberg, la nueva sacerdotisa, quien a sus dieciocho añitos nos invita a no volar en aviones y a olvidarnos del ocio libre, en pro de conservar la Tierra, a la que se considera un bien superior a la vida humana. 


Ante la trampa mortal que significa este “Dark Winter” que vive ahora la humanidad, esta “Silent Spring”, las instituciones globales empiezan a ser parasitadas por las elites que corresponden, y el plan se empieza a atisbar. 


No es una Pandemia, es una Sindemia, algo que conlleva todos los males a la vez, no exclusivamente el del virus, que solo es el coadyuvante para el troceamiento y destrucción de la economía y los derechos humanos individuales, y la implantación de un derecho de gentes conducido por sus dirigentes.


Hay ya proyectos arquitectónicos que, filosófica y prospectivamente, cuentan con el escenario hacia el que esta situación se dirige: toda la población humana, como si se tratara de un nido de marabunta, hacia la existencia en una sola ciudad, una megaciudad. Es el caso del ensayista australiano Liam Young, que propone “Planet City”, una ciudad de más de diez mil millones de habitantes, concentrando a toda la humanidad en una superficie de 210.000 kilómetros cuadrados, algo así como la extensión de Guayana o de Bielorrusia, siendo que el resto del planeta, un 99 por cien, quedará salvaje y protegido de la plaga humana. “Planet City” tendrá más de 42.000 canales de televisión y se hablarán unos 7.000 idiomas. 


El muy perspicaz sociobiólogo Edward Wilson, en “Half-Earth”, 2016, subtitulada “La lucha por las tierras salvajes en la era de la sexta extinción”, también propone dejar medio planeta vacío, libre de humanos. 


La Unión Soviética, en tanto comunista, fue pionera en este tipo de compactación masiva de humanos, con el que se denominó condensador social. Se inauguró el concepto por Moisei Ginzburg, comentándose el edificio Narkomfin de Moscú, construido entre 1928 y 1932, como regulador de jerarquías sociales en espacios equitativos, en salas colectivas en las que se hacía arte, teatro, deportes, debates, pensamiento crítico… todo “pro bono”, hasta que fueron clausurados porque lo que generaban con esa libertad era disidencia, y se optó por el más seguro concepto de Gulag, convirtiendo al país en un pranato como la famosa Torre de David, el rascacielos de Venezuela que pretendió lo mismo y se convirtió un edificio gestionado por las mafias, que aún existe. 


Torredavid

La Torre de David, en Caracas, Venezuela. 

Su aspecto antes y después de la revolución bolivariana. 

Fotos comparativas de Today-Venezuela




Este es el camino al que nos lleva la conjunción de explosión demográfica, Greta Thunberg y sus amigos, la nueva religión de la sostenibilidad, el endurecimiento de la vigilancia y la censura panóptica, tecnológica y global, la sustitución del voto natural por un conteo electrónico de un software de Dominion o Smartmatic, generando una post-democracia on-line, como previó Harari. Todo ello junto produce un conjunto de puntos objetuales en una red, la red del Gran Robot, con una Suprainteligencia fuera ya del control humano.


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