Isabel Coixet, literatura o ciencia

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Margarita del Val es viróloga del CSIC, una de las eminencias españolas en disciplinas biogenéticas. En una entrevista en Telecinco, en el programa AR, ha puesto en cuestión las vacunas Pfizer y Moderna: “de lo que protegen estos productos, tanto el de Moderna como el de Pfizer, es de los casos leves y moderados de Covid19, leves y moderados sólo. Esto no es un producto que necesitemos para nada, no es un producto que necesite ninguna persona para arreglarle la vida, ninguna población, ningún país, esto es un pequeño paso, no estamos hablando de si induce inmunidad, estamos hablando de que protege de síntomas leves y moderados, pero esto no garantiza en absoluto que vaya a proteger de lo que nos interesa de verdad, y es que proteja de síntomas graves y de la muerte. No estoy realmente nada entusiasmada, al contrario, estoy un poco molesta porque estas precisiones no se hayan hecho... lo siento ser tan pesimista, pero llevo toda mi vida en vacunas y a mí eso no me convence para nada”. 


El 22 octubre 2020, el Comité Asesor de Productos Biológicos de la FDA de EEUU, antes de la implantación de la vacunación, preveía la siguiente lista de casos adversos: síndrome de Guillain-Barre, encefalomielitis, mielitis transversa, encefalitis, convulsiones, infartos, narcolepsia, enfermedades autoinmunes, muerte, abortos, síndrome inflamatorio multi-sistémico en niños, etc. (cfr. canal de la FDA: https://youtu.be/1XTiL9rUpkg). 


Robert W. Malone es también virólogo, inmunólogo y biólogo molecular estadounidense, coautor de estudios sobre la lipofección con ARN mensajero, técnica principal en las vacunas de ARN. Malone, investigando en el Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla, fue uno de los principales autores de un estudio que se considera la primera publicación científica sobre los principios básicos de las vacunas de ARN utilizadas contra el covid-19. El Dr. Malone, en varias entrevistas en 2021 ha advertido sobre los peligros del uso de la vacunación basada en ARNm, informado a la agencia estadounidense FDA sobre los incalculables riesgos y efectos secundarios de estas terapias génicas. El Dr. Robert Malone habla del principio denominado en virología “Mejora dependiente de los anticuerpos”, comenta que ésta es una campaña de vacunación apresurada, y que las “Mutaciones de escape” se producen más en los vacunados. Esto ya ocurrió con el virus respiratorio sincitial en los 60 y causó más muertes infantiles en los vacunados que en los no vacunados, y volvió a pasar posteriormente con una vacuna contra el dengue. 


La doctora Karina Acevedo, de México, mostró cómo los casos de Covid, en el mundo, comenzaron a bajar cuando la vacunación alcanzaba a un uno o dos por cien de la población diana, lo cual no era correlacionable. Realmente las bajadas se produjeron en el momento en el que la OMS recomendó a los países hacer las pruebas PCR por debajo de 35 ciclos, pues por encima de esa ciclicidad los falsos positivos se multiplicaban. Todas las vacunas se han enfocado en inducir protección contra la primera variante D614 y D614G, es decir, se está vacunando contra una variante que ya casi no circula en el planeta. Hay más de 2.423.878 variantes a fecha 1 de agosto de 2021. La presión selectiva hace que las vacunas practicadas en medio de la pandemia, provoquen variantes reforzadas. Es el problema del cual ha advertido el Dr. Malone, lo que hace que las variantes escapen. 


Laurent Mucchielli, director de investigación del CNRS francés (equivalente al CSIC español), Hélène Banoun, Emmanuelle Darles, Vincent Pavan y Amine Umlil, doctores en biología, informática, matemáticas y farmacia, confirman que se afronta una mortalidad sin precedentes, piden una moratoria a la vacunación, y dicen: “encubrir tal peligro de una forma u otra es simplemente criminal frente a la población… se niega la farmacovigilancia de las vacunas Covid porque amenaza la ideología de la vacunación completa… esta vacunación masiva, sin embargo, conduce a una mortalidad sin precedentes en la historia de la medicina moderna”. 


El director del Instituto de Patología de la Universidad de Heidelberg, Peter Schirmacher, ha realizado 40 autopsias de fallecidos dos semanas después de haberse vacunado, y alerta del descubrimiento generalizado de lesiones fatales en los vacunados. 


Leyendo todo esto, me invade, como lector informado, una preocupación, sobre todo porque los que avisan no son cualquiera, se trata de innumerables expertos de varias universidades e instituciones. No son meros portavoces del hospital local de turno. Ni son políticos, profesión en la que se ha instalado la ignorancia en magnitudes astronómicas. 


Pero ¡Voilà! La salvación para mi preocupación me la ha proporcionado Isabel, Isabel Coixet. En su tranquilizador texto “Una oreja en el hombro”, del 8 de agosto, dice: “Vacunarme me parece simplemente algo cívico, de respeto hacia los demás y, probablemente, la única manera posible que tenemos, de momento, de detener al bicho”. Vacunarse es algo cívico, el secreto está en hacer caso a la vacunación como mandato político, popular, social, no a todos los expertos anteriores, que no entienden de civismo, que es de lo que se trata. Y critica Coixet: “Hay antivaxers de todos los estilos: los que afirman conocer oscuras maniobras para dominarnos e implantarnos chips que nos conviertan, es un suponer, en clones de Céline Dion; los que llevan una vida supersana, no se resfrían nunca, no fuman, no beben, practican escalada y crossfit y están convencidos de que la pandemia no va con ellos. Luego están los que se cargan de argumentos científicos y te dicen que la vacuna te va a cambiar el ADN, la libido, el bulbo raquídeo y la pilosidad de la axila, todo ello avalado por vídeos confidenciales de expertos científicos de altísimo nivel que si no han conseguido el Nobel es porque la comunidad científica les tiene unos celos tremendos y los arrinconan”, muy aleccionador el razonamiento tranquilizante de Coixet, dentro del elegante estilo sistémico de los opinionistas que siguen la corriente de lo políticamente correcto, lo cívico, vaya, y sigue: “Existe también –especialmente ahora mismo en Francia, donde se ha empezado a requerir un pase sanitario que pruebe que estás vacunado para acceder al cine, a restaurantes o al teatro–, un movimiento que equipara libertad a haga usted lo que le salga del higo y protesta argumentando que la obligación de vacunarse atenta contra los derechos humanos”. ¡Chapeau, Isabel! ¡Genial, Coixet! Libertad no es lo que salga del higo, sobre todo si se vulnera lo políticamente correcto. Aclarado queda. No como las advertencias histéricas de los científicos anteriormente citados, que no saben de civismo: “Yo me he vacunado con la misma actitud con la que pruebo las mezclas culinarias más peregrinas (la última: pulpo con mandarina, no se lo aconsejo), no aparco en las plazas para minusválidos o pago mis impuestos: no sé si es o no justo, pero creo que es lo que hay que hacer”. Lo más que llena de sosiego, no obstante, es lo que a Isabel “le parece”: “Me parece que las ventajas son mayores que las desventajas. Creo que es muy meritorio que algo que hace un año nos parecía un sueño se haya conseguido. Ya sé que hay mucha gente que se ha enriquecido con ello, ya lo sé. También sé que a lo mejor tenemos que volver a pincharnos. Y que habrá variantes del virus para aburrir y que igual dentro de tres meses, como consecuencia de la vacuna, me sale una oreja gigante en un hombro. Juro que la luciré orgullosa, quién sabe si así consigo convencer a algún antivaxer”. 


Entre todos los expertos que continuamente advierten del posible error virológico de vacunarse, e Isabel Coixet, con su gran sabiduría cinematográfica y literaria, que “cree”, que “le parece”, que “se comporta cívicamente”, que no sabe si es justo, pero “cree”, porque ”le parece”, nos podemos quedar muy tranquilos. Nunca como ahora la literatura y las opiniones de los sistémicos de lo políticamente correcto, habían venido a liberarnos, por fin, de la majadería de esta ciencia adversaria que no sigue los mandatos políticos y que se empeña en que las teorías son falsables, y no hace sino amargarnos la vida. Nos parece. Creemos.


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