Overton Window

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El Think Tank “Mackinac Center for Public Policy”, de Michigan, gozó de un buen empujón intelectual con Joseph Overton, ingeniero eléctrico por la Universidad de Michigan y doctor en derecho por la Universidad Thomas M. Cooley, además de vicepresidente del Mackinac cuando falleció, en 2003, en un accidente de avión. Trazó las líneas de un modelo psico-sociológico de cambio en las políticas públicas dentro del contexto del libre mercado, que ha sido motivo de polémica al ser desarrollado. Previamente, Overton había ejercido de ingeniero de proyectos en el gigante Dow Chemical. 


Uno de los artículos secuelas que ha puesto el plan secuencial de Overton en el candelero, lo ha sido la crítica de Evgueni Gorzhaltsán en el portal ruso de noticias “Adme”, popularizado en 2014 por “Russia Today”, en su edición española (Actualidad.rt, 18 abril de 2014): “¿Cómo legalizar cualquier fenómeno, desde la eutanasia hasta el canibalismo?”. La técnica sería a partir de la Ventana de Overton, y posibilita la modificación de las actitudes populares hasta límites considerados totalmente inaceptables, repugnantes e impensables, modificándose la moral y las leyes. La sociedad no se daría cuenta del proceso, y el logro sería sofisticado y sutil. El primer paso es detectar lo que se quiere imponer, por ejemplo, el canibalismo, que se encuentra en el nivel más bajo de la ventana de posibilidades de Overton. 



Joseph Overton

Joseph Overton



En el procedimiento se utiliza la libertad de expresión y se inserta el problema en el contexto científico, lugar donde es posible discutir y plantear todo, cualquier cosa. Ejemplifica Gorzhaltsán con la celebración de un simposio etnológico sobre ritos polinesios, donde el canibalismo era una práctica histórica, y se obtienen declaraciones autorizadas sobre el tema, de forma que se va preparando una transición desde una percepción negativa a una percepción positiva. Simultáneamente se crearía un grupo de caníbales, radicalizado, pero aventado por todos los medios de comunicación posibles. Fin de la primera fase: el tema comienza a discutirse. La segunda etapa se encargará de la transición de lo radical a lo aceptable: se continúa citando a los científicos, a los que se pone como garantía y se les opone a los que no lo son, para que callen ante la ciencia, o la “evidencia científica”. Si alguien se niega a hablar de ello se le señala y persigue y se le tilda de intolerante, de incívico. En ese momento se generan nuevos vocablos para desnegativizar la carga previa: “canibalismo” se convierte en “antropofagia”, y antropofagia evoluciona a “antropofilia”. Simultáneamente se generan referencias históricas, mitológicas, antropológicas, etcétera, que vayan legitimando el concepto y su campo semántico. Llegamos a la tercera etapa, y pasamos de lo que es aceptable a generar una sensación popular de que además es sensata la antropofilia, con afirmaciones tales como: comer personas está genéticamente justificado, si existen circunstancias determinantes es sensato hacerlo, o incluso, un hombre libre tiene derecho a decidir lo que come. Cualquier adversario a esta actitud impostada desde los gobiernos y medios de comunicación masivos, pasará a convertirse en enemigo, enemigo de la sociedad, y con el tiempo, psicópata, loco, oponente agresivo contra la antropofilia, y a todo “anticanibalista” hay que perseguirlo, rodearlo, aislarlo. Los expertos y periodistas colaboran en esta tercera etapa para confirmar que la humanidad siempre canibalizó, y eso era normal. Ya vamos a la cuarta etapa, donde lo sensato se populariza, las personas más famosas y relevantes de la sociedad, y los políticos, hablan positiva y abiertamente de la antropofilia, se hacen películas, canciones, videos. Y llegamos a la última y quinta etapa, que salta de lo popular a lo político, se preparan las leyes para legalizar y normalizar el fenómeno, se publican encuestas confirmatorias y se llega a prohibir la prohibición de comer personas. 


La idea original de Overton era la de que el público mira al mundo como a través de una ventana estrecha y es esa visión del mundo la política que traga (“tragacionismo”) y solo hay que hacer las transiciones en un orden adecuado para colocarle cualquier idea, con independencia de la verdad de la misma. Ésa es la ventana de Overton, el lugar para ir incorporando el cambio sutil. Overton describía en su teoría que esa ventana mira un paisaje, un rango de políticas públicas percibido por la opinión pública, dentro del cual los políticos serán siempre aceptados si siguen lo que se ve en la “Overton Window”, los políticos solo han de adecuarse a la misma para ir modificándola a su interés con los pasos y etapas anteriormente ejemplificados por Gorzhaltsán. 


El modelo desarrollado por Overton relataba una serie de políticas donde el rango percibido podía hacerse más libre o menos libre (entre los extremos hay incluso oposición fontal de ideas), y dentro de ese esquema se podían mover los políticos sin sufrir daños o expulsiones del sistema. 


El presidente del “Mackinac Center”, Jospeh Lehman, desarrolló las ideas del fallecido Overton, estableció que la ventana era inamovible por los políticos, que se acomodaban a la misma, pero hay formas de recibir modificaciones desde fuera, con los movimientos sociales, o con la manipulación social, tal y como se verbalizó por el ruso Gorzhaltsán, quien siguió los pasos teóricos de Joshua Treviño, especialista político, y consultor del ejército USA en la época de la Administración de George W. Bush. La teoría ha desarrollado el concepto de “franja” o “límite”: los debates políticos obedecen a determinadas aceptaciones públicas, dentro de unos límites, y fuera de los cuales se rechazan sin mucho debate, por eso Overton señaló espacialmente una “ventana”, que marca unos límites dentro de los cuales moverse como político profesional. 


Sólo con mirar a nuestros gobernantes, podemos ver cómo huyen de traspasar los límites de lo que el populacho ve en esa “Televisión de Overton” o “Overton Window”, tiemblan porque saben que pierden la poltrona si no se mueven en ese rango de ideas públicas. El truco manipulatorio está en saber que el paisaje de la ventana puede moverse por ideas marginales, impensables, hasta hacerlas, al estilo de Gorzhaltsán, centrales, admisibles, sensatas y populares, una vez penetran en el debate general. 


El Centro Mackinac logró así, en 1988, hacer que las escuelas públicas desaparecieran y se convirtieran todas en privadas sostenidas por los contribuyentes. Ejemplo empírico. 


Recordemos el ya clásico experimento de Solomon Asch, en psicología social, en 1951, que confirmaba el fenómeno de la conformidad en los grupos: se mostraba a nueve participantes del experimento tres líneas de distinta longitud para comprar con otra. Todos los participantes menos uno eran cómplices del experimentador. Todos los cómplices, después de contestar correctamente a lo que se veía, empezaban a contestar erróneamente a partir de una tercera tanda de experimentaciones. Mentían respecto a lo que a simple vista era claro. Los sujetos no cómplices terminaban por admitir lo que decía la mayoría. Los sujetos críticos cedieron a la presión de la mayoría en un 36 por cien, frente al 1 por cien de error si no sufrían presión de grupo, aunque hasta un 75 por cien de los no cómplices sucumbían al error en alguna de las tandas. 


De ese material está hecha la psicología del grupo humano: el individuo queda anulado, nos cegamos ante la presión social, al punto de ver visiones. Ahora el objetivo de la Ventana Overton es planetario, y ya sabemos de qué va.

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