El Basilisco y el Ornitorrinco

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Los tics son los tics. Una vez un imperio no se pudo conformar, el filósofo se aprovecha del juego, aunque sea simbólicamente. El historiador Heinrich Wiegand Petzet, en su libro de 1983, “Encuentros y diálogos con Martin Heidegger (1929-1976)”, quien fue confidente del filósofo varios años, relata cómo el director del Teatro de Friburgo, Hans-Reinard-Müller, le contó que en cierta ocasión coincidió con Heidegger en un viaje en tren. Müller volvía desde Karlsruhe, la ciudad en la que enseñó Peter Sloterdijk, y Heidegger volvía de un encuentro en la Academia de Ciencias de Heidelberg. Müller quiso ponerse a la altura filosófica de Heidegger y empezó a contarle sus proyectos en el Coliseo. A Heidegger le aburría el teatro, y conocedor de que Müller frecuentaba la televisión empezó a hablarle de los partidos de fútbol, y concretamente de Franz Beckenbauer, marcador de cuatro goles con los que Alemania ganó el mundial de fútbol de 1966, como jugador ágil, brillante e invencible. Müller quedó epatado con el transcurrir de la conversación, y más cuando él mismo no entendía, ni le interesaba para nada el fútbol. 


Cambiemos el tercio al filósofo español Fernando Broncano, entrevistado por Víctor Lenore, el 17 febrero 2020, en Vozpópuli: “La derecha está ganando la batalla cultural por goleada”. El símil de la goleada: “Saben identificar las fibras más sensibles de la población y dirigirse a ellas... La izquierda está demostrando menos capacidad para detectar estas cosas. Tenemos tendencia a los sermones ideológicos, que nos hacen sentir calentitos, pero son mucho menos eficaces… El leninismo se fija en los grandes problemas estructurales, pero no presta atención a las relaciones cotidianas… Una cosa que me llama la atención es cómo la izquierda no tiene un discurso sobre la ropa, ni sobre la moda. Se descalifica todo de un plumazo, diciendo que el consumismo es algo malo... Creo que es mejor enfoque analizar por qué tiene ese deseo, no decirle que lo importante es el cambio climático y la evasión fiscal. La derecha compra su ropa en la calle Serrano, mientras que la izquierda desprecia la moda, pero luego estamos todos muy pendientes de lo que llevamos, hasta el punto de que el uniforme de persona de izquierda es muy reconocible para cualquiera”. Termina Broncano con otra metáfora futbolística: “Ser de izquierdas ahora mismo es como ser del Atleti. Todas las semanas sabes que te van a derrotar y que solamente un par de veces al año vas a vivir algún momento excelso. Te juntas a gritar en el estadio pensando que esta vez sí, que se puede ganar, pero luego pasa lo mismo de siempre”. 


El mismo Víctor Lenore entrevista, el 30 de setiembre de 2020, al filósofo comunista Carlos Fernández Liria, con motivo de la publicación de su libro “Sexo y Filosofía”. Nos interesan estas ideas de Férnandez Liria, que parecen contradictorias con su obcecación comunista, casi decepcionado: “Tengo la impresión de que la izquierda se divide en dos bandos sexuales: los defensores del amor libre y los partidarios de extender el compromiso a las relaciones sentimentales”. Considera un disparate despreciar lo que supuso la revolución sexual hippie de los sesenta: “En España, estábamos sumidos en una esclavitud patriarcal apuntalada por el nacionalcatolicismo franquista, la mujer tenía obligación de llegar virgen al matrimonio, bajo pena de ser repudiada y excomulgada de toda sociedad honesta. De la noche a la mañana todo eso se vino abajo. Los anticonceptivos y el amor libre socavaron en pocos años una tradición que pretendía anclar sus raíces in illo tempore y que venía vigilada por padres, maridos, sacerdotes, jueces y policías, toda una imponente estructura de poder. Todo se derrumbó como un castillo de naipes. Es algo sorprendente y admirable. No hay más que ver cuál es la situación en el mundo musulmán, donde esta revolución aún no se ha llegado a producir. Nuestra basura católica y protestante no era muy distinta que la de ellos. Y sin embargo, no resistió la ofensiva de cuatro hippies bailando rock en pelotas”. Fernández Liria considera que, sobre el amor, “hay que preguntar a Los Chichos, a Conchita Piquer, a Camarón de la Isla, y desde luego, a Federico García Lorca, a Neruda o a Shakespeare. Pero no a un grupo maoísta para que nos diga cómo hay que follar sin ser políticamente incorrecto… Como marxista, siempre detesté el maoísmo por lo que tenía de revolución cultural. Los hippies reventaron la cultura en nombre de la libertad, aunque luego cayeran en manos de todo tipo de sectas. Los maoístas siempre que hacen una revolución cultural, reinventan la mentalidad de sus abuelos. Es algo que se está experimentando ahora en las batallas internas del mundo feminista, que me recuerdan a las del marxismo de otros tiempos. Los chinos buscaron en el libro rojo de Mao cómo acabar con la sexualidad burguesa y acabaron por prohibir el sexo oral y anal, y por supuesto la homosexualidad. Es terrible que esto pueda ocurrir ahora bajo otros signos políticos. Desde determinados catecismos de izquierda ¡habría que prohibir a Camela! Leí un artículo una vez de una supuesta feminista que defendía que los pies eran una parte repugnante del cuerpo y que era machista pretender que no. Me parecen cosas del mismo tipo: puro maoísmo, la peste del pensamiento de izquierdas”. 


Ornitorrinco

Un ornitorrinco


Un basilisco era una quimera imaginaria o mítica, una especie de serpiente gigante cargada de veneno, que mataba solo con mirar. El ornitorrinco es una especie de mamífero semiacuático endémico del este de Australia, de los pocos mamíferos que ponen huevos, es venenoso y tiene hocico de pato, cola de castor y patas de nutria. Uno verdadero, otro fabuloso, pero igual de quiméricos. Lo traigo a colación para demostrar que de la realidad a la fantasía hay un paso, no es un continuum, pero sí hay escaso espacio entre una cosa u otra. Por eso un filósofo fascista se interesa por el fútbol, otro de izquierdas considera la metáfora del fútbol, y otro comunista, a la hora del sexo, se convierte en furibundamente antimaoísta y recontrafeminista si se trata de considerar que los pies femeninos no son atrayentes.

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