Filósofos y Política

|



La filósofa Marina Garcés sufrió hace poco los rigores jurídicos del imperio de la Ley, representado personalmente por el juez de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena. La mandó a callar varias veces, a fin de que se comportara como lo que era, una testigo con el interés personal de efectuar algún discurso político, y se le señaló que no era el caso. Marina Garcés aludió a que tenía fiebre el día del referéndum catalán, y a que alucinó, dos expresiones intimistas, y un tanto macarras, que el juez Marchena consideró absolutamente prescindibles para el tema juzgado. No había lugar. 


Marina Garcés ha sido influenciada por su pareja, el setentón Santiago López Petit, filósofo anarquista, químico y sindicalista, quien en su tiempo recibió, a su vez, influencias de Michel Foucault, Gilles Deleuze y Toni Negri, entre otros, asumiendo las tesis marxistas o, al menos, las tesis de que el caos es mejor para la reconstrucción de esas sociedades cuya ingeniería ya conocemos. Donde no hay caos, las estructuras se conservan, donde hay caos la revolución vence. 


Santiago López, profesor de filosofía contemporánea en la Universidad de Barcelona, impulsó “Espai en blanc”, foro en el que se ha enquistado Marina Garcés, su “partenaire”, quien, ejercitando un seguidismo propio de la edad, se ha especializado en la guerra de guerrillas, en el anarquismo, y en la revolución de los de abajo contra los de arriba. Mujer de buena presencia y de buena cabeza, a fin de descollar y no decepcionar en su imagen pública, le llegó el momento, dentro de su filiación independentista y republicana catalana, de efectuar el sermón de La Merced, justamente en los momentos posteriores a los del atentado de las ramblas de Barcelona por parte de una célula islamista. Marina Garcés se despeinó y soltó en su discurso lo siguiente: "Durante estas fiestas de la Mercè, todos llevaremos en nosotros una ausencia igualmente dolorosa: la de las personas que no volverán nunca más en Barcelona ni en sus fiestas, no porque no quieran, sino porque el 17 de agosto perdieron la vida en la Rambla, en la Diagonal y el paseo de Cambrils. Y junto con ellos, también, la de unos jóvenes de Ripoll que tampoco estarán y sobre los que siempre tendremos la duda de si realmente querían morir matando, como hicieron". 


Entre esta partida de filósofos catalanistas, adictos al caos, al buenismo como marca, y al victimismo como acción, está también Manuel Cruz, el actual Presidente del Senado en esta nueva legislatura de España en el siglo XXI. Vayamos a un artículo de Cruz, ya antiguo, del 25 de abril de 2012, en “El País”, intitulado “Cómo se reconoce a un filósofo de derechas”. Con gran comedimiento reconocía Cruz: “un importante sector de la izquierda explotó, hasta dejarla exhausta, la identificación entre derecha y franquismo. La apuró tanto porque, sin duda, le había venido rindiendo durante años notables dividendos. Pero la identificación tenía fecha de caducidad, y hubo avisos de que tan fácil rentabilidad era el preludio de una ruina futura. Ya se vio lo que sucedía en el momento en el que aparecía algún joven dirigente del PP no identificado con las posiciones más extremas de su partido, capaz de asumir propuestas que en otros países asumiría sin pestañear un liberal conservador (como las de la legalización del matrimonio homosexual, la necesidad de promover y apoyar desde el Estado las diferentes lenguas y culturas existentes en el territorio nacional, la exigencia de luchar contra la corrupción o la conveniencia de ir introduciendo una perspectiva laica en determinadas esferas de la vida social): de inmediato dejaba con el paso cambiado, con esa imagen moderna, a una izquierda confiada en detentar el monopolio de los ideales de la Ilustración, de la democracia deliberativa e incluso de la política misma”. 


Manuel Cruz diseccionaba así esta propaganda, ya obsoleta, de la izquierda y su solapamiento con la comprensión lectora y la comprensión de los pobres, al estilo Bergoglio, confundiendo el culo con las témporas. De la estrategia ordinaria, se pasa a la estrategia en el pensamiento, de forma que, sigue Cruz, en 2012: “En el ámbito del pensamiento. En efecto, también aquí pareció consolidarse con los años un conjunto de expectativas que le endosaban al pensamiento conservador o de derechas una serie de rasgos específicos, de manera que cualquiera que no los compartiera, o marcara distancia respecto a ellos, pasaba a ser considerado por exclusión como inequívocamente progresista o de izquierdas. La izquierda paga ahora haber limitado la batalla ideológica a identificar derecha con franquismo”. 


La derecha no sólo ya no se identifica con el franquismo, sino que, ni lo necesita como apoyo para aquello de “Contra Franco vivíamos mejor”, ni tiene complejos respecto a que la historia ha sido sangrienta y, si contamos bien, los ríos del holocausto son muchas veces mayores en las cuitas de la izquierda que en las de la derecha. Otrosí hay que decir de los intelectuales de derecha y de los de izquierda, aquéllos muchísimo mejor preparados, porque estuvieron en la izquierda en el momento oportuno, y ahora quedan en ese espacio sólo los mediocres, los revoltosos porque no tienen medios, y los ignorantes porque no tienen cabeza. Un Antonio Escohotado sabe muchísimo más de comunismo que el mismísimo secretario general del meta-partido comunista español, Izquierda Unida, que apenas conoce lo que son los “Grundrisse”. Y si hablamos de otros filósofos como Montserrat Galcerán, Carlos Fernández Liria, Santiago Alba Rico, o César Rendueles, excretan mezquindad, frustración y odio, lo cual opaca la neutralidad necesaria para manejar los hilos del pensamiento. 


La supuesta bondad intrínseca de la izquierda es tan incierta como la de la derecha, pero puestos a hacer propaganda, los mejores en la propaganda son los que ganan. Es, pues, cuestión de saber hacerla, de ir a “Espai en blanc”, de compadecerse de los asesinos en el pregón de La Merced, y de, al final, esperar el bobalicón aplauso de la grey, que lo mismo aplaude esto que aplaudieron a Nerón cuando enviaba a los leones al circo a devorar cristianos.


Santiago López Petit y Marina GarcésSantiago López Petit y Marina Garcés, 

en una conferencia en "Espai en blanc",

concretamente: 

"Sobre capital y territorio III — 

de la naturaleza de la economía política y de los comunes” 

(fuente: Youtube)



Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.