Gestación subrogada

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Hace unos meses, tres niños que vivían con su familia, dos de los cuales no estaban escolarizados por el temor de sus progenitores a que les fueran arrebatados por los funcionarios, dado que no habían sido registrados en el Registro Civil, pasaron a perder la custodia de sus padres biológicos, por no disponer éstos de medios económicos y, concretamente de la hija más pequeña, se le concedió a la madre unos singulares permisos de visita en el hospital. Los niños, como menos, habrán conocido el pánico hacia el Estado y sus funcionarios. Esto ocurrió en Jinámar, y es uno de tantos casos.


Si hablamos de los discapacitados (anteriormente denominados sub-normales, sin caer en la cuenta de que etimológicamente llegamos al mismo sitio, al cambiar sub por dis y usar un sinónimo matemático de capacidad: normalidad), el Estado hace lo mismo; por ejemplo, un chico discapacitado que hace un par de años cumplió dieciocho años, al ser mayor de edad, fue expulsado al día siguiente de la institución autonómica correspondiente y quedó en la calle al albur, porque los funcionarios responsables encontraron el hueco burocrático para quitárselo de encima.


Éste es el Estado, una máquina dominadora de borregos y que utiliza perros labradores o de presa, aquéllos son llamados ciudadanos y éstos representantes o funcionarios.


Las distintas y avanzadas leyes de occidente han legalizado el aborto, es decir, el destripamiento, por medios químicos o quirúrgicos, de una célula o un conjunto de células que forman un feto, origen del ser humano posterior, y tal derecho, atribuido a la mujer que porta la vida, está consagrado como eso, como derecho: derecho a matar lo que se procrea, como si nos comiéramos las uñas, que son de nuestra propiedad.


Este conjunto de juridicidades, que proclama la omnipotencia del estado político sobre sus componentes vivos, o la inviolabilidad de los ciudadanos para matar o exterminar el producto procreado por el ejercicio sexual, ha encontrado en la tecnología científica una generadora de contradicciones.


El profesor Iglesias Turrión, en un texto de 2009, “La política como decisión sobre la vida”, señaló que “la puesta en práctica del compromiso político implica antes o después la decisión sobre la vida (esto es lo que distingue la política de la mera administración de las cosas)” y nutriéndose de Foucault y de Agamben: “el poder soberano no puede ser otro que el poder ilimitado de decisión sobre la vida”. Pues el mismo profesor Iglesias Turrión, actualmente en política, se ha manifestado en contra de la ley de gestación subrogada, considerando tal posibilidad como la generadora de “las granjas de mujeres en Ucrania”, y pidiendo que subsista la dignidad humana que él considera como la desaparición de la posibilidad de la transacción dineraria, y que alguien se pueda “aprovechar de las situaciones de necesidad y trate a seres humanos como si no lo fueran”.


En 2011 el “Lobby de Mujeres Suecas” apoyó la Resolución del Parlamento Europeo de 5 de abril, que establece que la subrogación es una explotación del cuerpo de la mujer y de sus órganos reproductivos. Francia impedía que se nacionalicen como franceses a los hijos fruto de esta práctica.


Contrariamente, otra asociación, "No son nuestros hijos", a través de su presidente Antonio Vila-Coro, dice que, si se incluye el modelo altruista, tampoco es cuestión de negarse al modelo de contraprestación económica, como ya se hace con los donantes de gametos, esperma y óvulos. Una señora, CC, colabora con "The Fertility Center", de Las Vegas, Los Ángeles y en Nueva York, y quiso ser madre con estos procedimientos. Un cáncer le impedía ser madre, y manifestaba: “Nosotros no compramos personas y no compramos niños. Es lo mismo que pasaba con la fecundación in vitro hace muchos años y ahora está normalizado”. Mélanie Dandurand, con su womb for rent, se sometió a tratamientos para ser madre con la fecundación in vitro del óvulo y los espermatozoides de sus amigos, y dice: “Disfruté mucho del embarazo, aunque nunca sentí una conexión maternal”. Esta práctica reproductiva se usa para casos de enfermedades de infertilidad y también para casos de hombres solos y parejas homosexuales. Ucrania y Rusia son muy permisivas, incluso con la comercialización, lo que motivó el ejemplo de Iglesias Turrión. 


Dice la filósofa Sylviane Agacinski, de StopSurrogacyNow: "Dondequiera que se da esta práctica hay siempre un mercado, nunca es gratuito”. 


Pero pensemos: ¿Y cuando hay un hijo producto de una violación hay que matarlo? ¿Y cuando se cede una hija en matrimonio a cambio de dote, se está vendiendo materia viva? ¿Y…? Varios estudios señalan que no hay consecuencias psicológicas para los hijos gestados, respecto a los hijos propios, al igual que en otros sistemas de reproducción asistida. 


Si resumimos la problemática hay dos críticas principales: 1) la contraprestación dineraria convierte en bien comerciado a lo que se supone que nace de una relación natural reproductiva, de un lado, y 2) es un acto “contra natura” desde un punto de vista religioso. 


La tecnología científica sólo da la posibilidad, y es neutra al respecto: el mejor científico lo que hace es solucionar y posibilitar la reproducción más difícil, considerando sólo que se trata de materia viva con un final eficaz para el cuerpo gestado. El resto se trata de los ahormamientos propios de la mente humana, que entra en estos tiempos en un periodo transhumano, o mejor, posthumano, donde la materia y su forma, individual, corpórea y social, se perfecciona, y donde la moral es cambiante pero se va acomodando. Y todo lo que es posible ocurre y se instala.


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Ministra socialista Carcedo, quien ha propuesto convertir la gestación subrogada en delito

(Foto: Virginia Carrasco, para Diario Vasco) 

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