Dos videos, no censurados por la policía del pensamiento, me han interesado, para vincularlos uno al otro. El primero, de un pastor francés (ni se sabe a ciencia cierta si es pastor, ni su nombre) que explica, teniendo detrás el verde de la pradera en el que pastan sus ovejas, que es primavera, que los cerezos están en flor, y también los dientes de león, todo lleno de amarillo, y comienza su discurso: “Soy pastor y poseo varios miles de ovejas, que me obedecen al dedillo y también con la vara”. Prosigue que su papel es protegerlas amorosamente, alimentarlas, cuidarlas, lo que es garantía de que den buena lana y buena carne. Y se pregunta por qué sus ovejas son felices cuando las esquila, cuando las vacuna, o cuando las sacrifica, lo cual es un misterio, sobre todo entendiendo que él es un hombre frágil que no sería rival para una oveja enfurecida. Un solo carnero furioso podría matarle. El secreto para que un rebaño de miles de ovejas sea obediente y sumiso es el miedo y su necesidad de seguridad. Cuando va a esquilarlas, o a vacunarlas, o a llevarlas al matadero, les grita: “¡Cuidado, un lobo! ¡Corred rápido, rápido a refugiaros!”, y como en una psicosis colectiva, unas a otras se pisan y van directas al redil, y confinadas en el redil lejos de los dientes del lobo, son felices.
El pastor aclara: “El miedo cortocircuita su reflexión, hace explotar sus neuronas, y mientras su atención se dirige al lobo, yo, tranquilamente las esquilo, las vacuno, les tatúo el muslo, les pongo el chip a las rebeldes, castro a los jefes, etcétera”. Luego las suelta por pequeños grupos, y son felices porque han escapado del lobo. Esquiladas, pero vivas. Y así, contentas: “Balan y me aplauden por haber escapado de un grandísimo peligro -dice el pastor-, por supuesto que hay algunas rebeldes, ovejas negras, más inteligentes que las demás, que han pillado la estratagema, que intentan desesperadamente explicar a sus congéneres que si el lobo se come a dos o tres solamente, el pastor es mucho más peligroso porque todas terminan asadas sobre la mesa”. Hay que echar, pues, a las ovejas negras que no quieren entrar en el redil, porque son rebeldes, son espíritus libres, y entonces hace que el perro las muerda, les enseña su bastón, o lo mejor de todo, las degüella delante de las otras, porque esto último es super eficaz: “Por una sola sacrificada, aterrorizo a miles, que se vuelven dulces como corderitos. Mato a una y someto a miles”.
El pastor, entonces, se pone irónico y dice que hay muchos políticos que vienen a que les asesore, y nos aclara en el video que la diferencia entre el comportamiento de las ovejas y los humanos es que justamente no hay diferencia, y ese es el secreto. Por eso las leyes impopulares se dictan cuando la población tiene miedo: “como en el ejemplo del virus que ha logrado confinar a miles de millones de humanos en el planeta, confinados como animales, humanos deshumanizados, y lo peor, lo más humillante, es que los jefes rebeldes cierran la boca, los grandes jefes aceptan el confinamiento”. El pastor dice que cualquier explicación no sirve de nada, pues cuando explica a las ovejas que son las víctimas, siempre se encuentra con una oveja gilipollas, que no entiende nada. En un momento dado el pastor dice que la única solución es un despertar colectivo, pero entiende más importante explicar que existen las ovejas gilipollas.
Fotografía de un acto en la inauguración de los Juegos Olímípicos
de Londres, 2012: multitud de enfermeras atendiendo a multitud de enfermos
De este video paso a otro (https://youtu.be/pqpp5ks2BFM)
Después de una secuencia de baile de enfermeras y enfermeros se hizo un homenaje a la literatura infantil con J. K. Rowling, que leyó un texto de Peter Pan, así como varios muñecos inflables representando a la Reina de Corazones, el Capitán Garfio, Cruella de Vil y Lord Voldemort, y llegaron los raptores de niños, junto a decenas de mujeres llovían del cielo como Mary Poppins, en paraguas voladores, con Mike Oldfield en directo tocando Tubular Bells. En el espectáculo se ve a centenares de enfermeras que entraban camas de hospital hasta colocarlas en un tercio del estadio, luego se ve cómo esas enfermeras leen a los niños encamados un libro, hasta que aparece una gigantesca imagen negra, la muerte con una batuta. En un momento silente se acercan todas las enfermeras y ponen el dedo en la boca indicando silencio, y en otro momento el mal en forma de personajes oscuros, víricos, viene a invadir el lugar.
¿Cuál es la pregunta y la respuesta final? Sería fácil entrever que hay una conspiración de elites que vienen desde hace años preparando todo esto, pero la respuesta más sutil es que se trata de la reacción del inconsciente colectivo, el mismo que hace que miles de ovejas se vuelvan todas, como dice el pastor francés, “gilipollas”. Más bien, pues, se trata de nuestra propia naturaleza, que se está desarrollando, como se desarrolla un enjambre o una colmena, y nos está envolviendo.
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