No tiene desperdicio el artículo de Jeffrey A. Tucker en la web del “American Institut fon Economics Research”, el cual dirige. Tucker es autor de “The Market Loves You” y editor de “The Best of Mises”, un liberal, por lo que no es extraño que frente a estos hechos solucionados liberalmente en los años sesenta, se oponga la forma actual socialdemócrata extrema o radical, que no consigue parar las muertes, pero sí consigue cercenar gravemente la libertad, el único activo que merece la pena para el ser humano. Tucker cita a Nathaniel L. Moir, que informa de que en el invierno 1968/1969, hubo una pandemia de gripe venida de Hong Kong, “que mató a más individuos en los Estados Unidos que el número total combinado de muertes estadounidenses durante las guerras de Vietnam y Corea". Concretamente fue causante de 100.000 muertes en Estados Unidos y 1.000.000 de muertes en el planeta, sobre todo mayores de 65 años. La gripe duró un año en el país. Tucker calcula que la esperanza de vida en los años sesenta en Estados Unidos era de 70 años, y hoy lo es de 78 años; en aquella época había 200 millones de habitantes en Estados Unidos, y hoy hay 328 millones de habitantes. Estos datos demográficos indican que la extrapolación a hoy implicaría que habría 250.000 muertos, casi el triple de los fallecimientos actuales, aunque hay que distinguir que en 1968/1969 la gripe de Hong Kong tuvo una duración de un año y ahora lleva Estados Unidos cuatro meses desde el supuesto inicio del paciente cero.
Como dice Tucker “tendremos que esperar a ver”, pero las cifras van cuadrando estadísticamente. Tucker llama la atención a que esto lo vivieron todos los estadounidenses de más de 52 años, cuyo olvido indica que, o bien que la memoria es frágil, o bien que la solución dada actualmente está trucada. Tucker personalmente ha olvidado aquella pandemia y su madre recuerda “haber sido cuidadosa y lavar las superficies, y animar a su mamá y a su papá a tener cuidado”, mitigaban la enfermedad con la inmunidad de rebaño, cuidaban a los niños haciéndolos amigos de la enfermedad, frotaban Vicks VapoRub en los pechos, tenían humidificador en las habitaciones, etcétera… ¿Y por qué está todo esto olvidado?, Tucker razona: “Nada se cerró por la fuerza. Las escuelas en su mayoría permanecieron abiertas. Las empresas también. Podías ir al cine. Podías ir a bares y restaurantes. John Fund tiene un amigo que informa haber asistido a un concierto de Grateful Dead.
De hecho, la gente no tiene memoria ni conciencia de que el famoso concierto de Woodstock de agosto de 1969, previsto en enero durante el peor período de mortandad, se produjo en realidad durante la grave pandemia de gripe estadounidense que sólo alcanzó su punto máximo a nivel mundial seis meses después”. A Tucker se le ha recordado por algunos lectores de su artículo, que veintitrés estados sí cerraron sus escuelas y universidades, pero fue por el absentismo y la prudencia, no porque la ley lo prohibiera, se trataba de una elección libre y responsable. Sigue Tucker: “Los mercados bursátiles no se desplomaron debido a la gripe. El Congreso no aprobó ninguna legislación. La Reserva Federal no hizo nada. Ni un solo gobernador actuó para hacer cumplir el distanciamiento social, el aplanamiento de curvas, o la prohibición de multitudes. Ninguna madre fue arrestada por llevar a sus hijos a otros hogares. No arrestaron a ningún surfista. No se cerraron guarderías a pesar de que hubo más muertes infantiles con este virus que la que estamos experimentando ahora. No hubo suicidios, ni desempleo, ni sobredosis de drogas atribuibles a la gripe. Los medios de comunicación cubrieron la pandemia, pero nunca se convirtió en un gran problema”.
Concierto de Pandit Ravi Shankar, en Woodstock, 1969
Bojan Pancevski, en “The Wall Street Journal”, escribe que el foco de los medios de comunicación estaba en la llegada a la Luna, la guerra del Vietnam, los movimientos revolucionarios en pro de los derechos civiles y la revolución sexual. De nuevo Tucker: “Teníamos un presidente jurando curar toda la pobreza, el analfabetismo y las enfermedades. El gobierno era tan intrusivo como lo había sido en la historia. Pero por alguna razón, no se pensaba en los cierres”. Esto hace preguntar por la diferencia entre la reacción de los años sesenta y la actual, sesenta años después, y nos podemos dar, junto con Tucker, las siguientes respuestas: a) que los medios de comunicación de masas han invadido nuestras vidas con un terminal móvil en cada bolsillo, b) que ahora los humanos piensan que sus representantes políticos tienen que arreglarlo e intervenir en todo en la vida, c) que se ha dado una excesiva importancia a los modelos predictivos epidemiológicos, lo que ha asustado a los gobernantes mundiales en esta era en la que la religión ha sido sustituida por algo llamado ciencia o científicos. Tucker duda de que el Festival de Woodstock, que cambió la historia de la música para siempre, hubiera ocurrido con los actuales histerismos sociales, y por ende, para el resto de la actividad humana: “¿Cuánta prosperidad, cultura, tecnología, etcétera, se está perdiendo en esta calamidad? El contraste entre 1968 y 2020 no puede ser más llamativo. Eran inteligentes. Somos idiotas. O al menos nuestros gobiernos lo son”.
Lamentablemente, para la libertad individual, el don más preciado del ser humano, nos están robotizando, todo empieza por ponernos un terminal móvil en cada bolsillo, expandiendo así el miedo en forma de noticias se consigue que todos los humanos tengan pensamiento único, y ese pensamiento único en manos del líder da vida a un ser superior al humano.
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