He repasado Nostradamus, Parravicini, y otros profetas, antiguos y modernos, pero me ha asombrado la precisión de Eric Arthur Blair, más conocido por su pseudónimo George Orwell, y su visionaria obra “1984”, que leí unos diez años antes de esa fecha, muy mentada, y que nos embarga por la exactitud con la que plasma ciertos comportamientos psicosociales actuales, a nivel nacional y planetario. Transcurre la novela en Oceanía, y de ahí se salta a la conquista del planeta. Hoy los eventos son planetarios y globalistas. En “1984” hay cuatro ministerios: del Amor, de la Paz, de la Abundancia y de la Verdad. De forma paradójica, el Ministerio de Amor se ocupa de la tortura, el Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra, el Ministerio de Abundancia se ocupa del hambre, y el Ministerio de la Verdad se ocupa de las mentiras. Lo que Orwell quiere mostrar con ello es el mandato del “doblepensamiento”, llamando las cosas al contrario de lo que se hace, como cuando, en castellano, se dice “pensamiento” o “mandamiento” o “remordimiento”, incluyendo el sufijo “miento” y, por tanto, provocando una disonancia cognitiva. El Ministerio del Amor cuenta con un edificio con luces que nunca se apagan, por lo cual se le dice “lugar donde no hay oscuridad". En este Ministerio se tortura a los disidentes destruyendo sus mentes para que ninguno deje de amar al Gran Hermano. En cuanto al Ministerio de la Paz, hay un libro escrito por uno de los protagonistas, Emmanuel Goldstein, titulado “La Teoría y Práctica del colectivismo oligárquico”, que defiende un estado de guerra perpetua, a fin de mantener a los ciudadanos en una continua penuria (similar al estado de hambruna conseguido en Ucrania por Stalin, o al mismo estado conseguido en Venezuela por Chávez aprovechando una catástrofe natural, o al actual estado de pandemia, que ha birlado a los ciudadanos un gran porcentaje de su riqueza, aprovechable por los partidos de izquierda gestores de la miseria). Este estado de guerra perpetua, como el de la pandemia perpetua, desprovee al ciudadano de la posibilidad de estudiar la naturaleza de su propia sociedad, con lo cual se adquiere la condición de súbdito.
El Ministerio de la Abundancia gestiona telepantallas en las que se publican continuamente estadísticas que indican que la producción mejora, aunque siempre están manipuladas y ocultan la realidad de la escasez, escasez que, repetimos, permite ahormar a los ciudadanos en la ignorancia, porque no tienen tiempo para estudiar, y en la semilibertad, porque no disponen de tiempo para el ocio, sino para el trabajo desolador. Es este Ministerio el encargado de regular las loterías para los proletarios y obreros, en los que existe la esperanza de ganar premios que nunca tocan, para poder salir de la situación de escasez continua en la que viven: el Ministerio de la Abundancia publica semanalmente el nombre de ganadores inexistentes, a fin de mantener vivía la llama de la esperanza en sus súbditos.
Cartel promocional de la película "1984"
Cuando llegamos al Ministerio de la Verdad, éste se encarga de falsear los datos históricos, sustituidos por la visión del Gobierno (de manera idéntica a la nueva verdad impuesta por las leyes de Memoria Histórica y Democrática, en el ejemplo español, y en el de algunos otros países), y ese Ministerio desarrolla la neolengua. En el edificio del Ministerio de la Verdad figuran las frases: "La guerra es la paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es la fuerza". Los funcionarios del Ministerio de la Verdad (con los departamentos de Registros, de Ficción, de Propaganda, de Tele-Programas, de Investigación, de Música, y de Pornografía) se encargan de reescribir y corregir los registros históricos para el caso, por ejemplo, de que se haya expelido por el Gran Hermano una previsión que luego no se haya cumplido, de forma que siempre parezca que sí se ha cumplido. La razón del Partido es, pues, absoluta, las acciones del Partido son correctas, y la fortaleza del Partido es indiscutible. El Partido es el “Ingsoc”, el Partido Socialista (Partido Socialista Inglés, en el sarcasmo metafórico de Orwell). La masa de súbditos generará, gracias a estos Ministerios del “Ingsoc”, un odio sin razón al enemigo y un amor irracional al Gran Hermano (como hoy día entre fachas y antifas), y se encarga de exterminar al capitalismo (como hoy en día los gobiernos globalistas e izquierdistas), para lo que ha de conquistarse el planeta (como hoy la corriente globalista) y exterminar la libertad de pensamiento, para vigilar lo cual hay una Policía del Pensamiento encargada de perseguir el crimen mental. La lealtad es al “Ingsoc” y al Gran Hermano, desaconsejándose la lealtad a la familia (“Los hijos no son de los padres”, ha dicho la socialista Celaá, remedando a Orwell). Resulta de gran interés la instauración de la neolengua, con la característica del “Doblepensar” (doublethink), de forma que el súbdito acepte como verdadero lo que es meridianamente falso, o bien acepte ambas ideas a la vez como correctas, aunque ello no coincida con su sentido de realidad (canónico ejemplo en el alto grado de mentira de los gobernantes socialistas españoles en 2019 y 2020, nunca rectificadas, ni provocadoras de dimisión o moción). El “Caracrimen” es una expresión facial de incredulidad ante la propaganda del Ingsoc, lo cual es perseguible legalmente. El “Paracrimen” es la facultad de interrumpir de forma automática todo pensamiento prohibido que surja en la mente de los súbditos. Gracias al “doblepensar” el Ingsoc ha cambiado el curso de la Historia (por ejemplo, Lula da Silva, en Brasil, listó una serie de palabras prohibidas en política). Con la neolengua el vocabulario se reduce mucho, de forma que palabras como “malo” se dicen “nobueno”, y “terrible” se dice “doblemásnobueno”.
La intención de la neolengua es la total sustitución de la vieja lengua hacia el año 2050. Hoy en día, palabras como “resiliencia”, “heteropatriarcal”, “lenguaje inclusivo”, “empoderamiento”, “persona de capacidades alternativas”, “varón en situación irregular”, son palabras de una incipiente neolengua de tintes políticos orwellianos. Estos rábulas que encocoran resultan al final nalguitas entalcadas, pero lo son porque ya su pensamiento ha sido colonizado por los Partidos Socialistas y exabruptan sus elucubraciones instintivamente, como robots. Eric Arthur Blair fue un profeta, no un mero escritor.
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