IV MEETING SOBRE FILOSOFÍA Y ÉTICA
por Juan Ezequiel Morales
El Instituto Hamalgama Métrica lleva organizando en Canarias varios encuentros sobre filosofía, en los cuáles se ha abordado, en cada ocasión, un tema de interés filosófico. La primera vez, en 2014, Antonio Escohotado, Javier Sadaba y yo mismo, en el Museo Pérez Galdós, emprendimos la exposición de una visión sobre el comercio, desarrollando Escohotado su recién publicado segundo tomo sobre “Los Enemigos del Comercio” (el primer tomo lo publicó en 2008, con la crisis económica mundial a punto de sobrevenir, y el segundo tomo en 2013, con el 15M español y “Occupy Wall Street” en ebullición), y desarrollando Javier Sadaba su entonces también reciente “Ética Erótica”, una especie de resumen de su pensamiento ético nihilista pero, a la vez, apasionado con los deseos y no tanto con los deberes positivos y negativos. Fue en 2017 que se celebró el segundo Meeting, sobre Filosofía y Transhumanismo, en el Auditorio Alfredo Kraus, con la participación de Markus Gabriel que, desde entonces se convirtió en Alma Máter de los Encuentros Intercultura sobre Filosofía en Canarias. En 2018, para desbrozar el tema de la Ontología Social, en el Museo Canario, que se llenó superando el aforo en la feliz época previa al confinamiento Covid19, acudieron al encuentro John Searle, Maurizio Ferraris, Arnulf Heidegger y yo mismo que, preocupado por los jóvenes sentados en el suelo, fui conminado por Markus a que los dejara, como en la época en la que Sartre que reventaba las salas. Ahora, por mor del confinamiento político-sanitario, cabrán cincuenta personas, pero habrá réplicas en video en la World Wide Web. En esta ocasión se aborda el tema de la Ética, desde tres enfoques sistemáticos distintos: el Nuevo Realismo Moral, por Markus Gabriel, el Naturalismo Genérico, por Ernesto Castro, y la Ética del Humanero, por Juan Ezequiel Morales.
El día del encuentro intentaremos, en la primera hora, exponer los tres sistemas de “Weltanschauung” o cosmovisión sistemática sobre los que se hacen las propuestas éticas de cada quien, y luego cada uno de los tres filósofos hará su exposición.
Sin embargo, sí que resulta interesante adelantar, a modo de ejemplo, una de las tesis y contratesis que podemos adverar en las opiniones de Gabriel y Castro sobre la dialéctica del amo y esclavo de Hegel, “Herrschaft und Knechtschaft”, en el capítulo IV de su “Phänomenologie des Geistes”. La dialéctica amo-esclavo estudia la interrelación, dialéctica, entre dos seres en la que uno termina dominando al otro, dos mentes que se encuentran y forman batalla, en base a que el amo depende de los esclavos, sin los cuales no es nadie.
De forma cruda, esa dinámica amo-esclavo fue recordada por el filósofo y psicoanalista Jacques Lacan, en Vincennes, el 3 de setiembre de 1969, una fecha cercana a los sucesos del mayo del 68, y señalada como de reacción ante la autoridad, cuando respondía Lacan a quienes le exigían más compromiso: “Si tuvieran un poco de paciencia y si quisieran que nuestros impromptus continúen, les diría que la aspiración revolucionaria no tiene otra oportunidad que desembocar, siempre, en el discurso del amo. La experiencia ha dado pruebas de ello. A lo que ustedes aspiran como revolucionarios, es a un amo. Lo tendrán”.
El filósofo español Ernesto Castro
En un pulso con esa alegoría, en su texto doctoral “Realismo postcontinental” (Materia Oscura, 2020), Ernesto Castro contrasta que ortodoxamente se interpreta como una explicación de la autoconciencia, e indicaría que la autoconciencia no es el mero conocimiento de uno mismo, sino el conseguirlo a través del reconocimiento de la desigualdad, que es fruto del miedo a la muerte: el amo no teme a la muerte, el esclavo sí la teme, por eso la relación del amo con los objetos es de disfrute y la relación del esclavo con los objetos es de trabajo. Hegel parece indicar que, si el esclavo supera el miedo y controla sus deseos, en virtud de la disciplina del trabajo, desaparece la desigualdad entre el amo y el esclavo. Ernesto Castro define dos tipos de interpretaciones ortodoxas: la de izquierdas, que habla del papel de los oprimidos en el progreso social, y la de derechas, que justifica la importancia de la jerarquía. Aquí es donde Castro se fija en la interpretación de Markus Gabriel quien dice: “Todas las teorías de la vida, del deseo o del reconocimiento social que creen estar fundadas sobre las concepciones de Hegel sólo están fundadas sobre las metáforas de Hegel”. Markus profundiza en la propuesta hegeliana y la relativiza como una metáfora, con lo que amplía el campo de sentido: “Hegel no está hablando aquí de las condiciones de éxito del reconocimiento, de la autoconciencia socialmente mediada de los seres humanos, de la estructura de la mirada del otro, del deseo de hacer del deseo ajeno el deseo propio, ni nada de ese rollo. Más bien está diciendo por qué falla la autoconciencia como modelo general para una teoría unificada de la intencionalidad”. Hegel, dice Markus Gabriel, muestra aquí la “cumbre del fracaso de la autoconciencia”, y nada de “celebración del mutuo reconocimiento” y “mucho menos como la sociedad sin clases de algún teórico utópico”. Este texto de Gabriel es de 2017 (“A Very Heterodox Reading of the Lord-Servant-Allegory in Hegel´s Phenomenology of Spirit”, en la compilación “German Idealism Today”, Berlin). Markus Gabriel quita hierro a la filosofía de la historia que puede haber en Hegel y la contempla como una epistemología que define la conciencia intencional en una teoría unificada de la conciencia con tres condiciones: “objetividad” de las cosas, en una existencia que no depende de que alguien las piense (realismo), “falibilidad” o posibilidad de creer que las cosas son falsas, lo cual posibilita la imaginación y la cognición, y “neutralidad” existencial, o sea, todos los objetos son iguales con independencia de sus propiedades.
¿Qué discute Ernesto Castro al respecto? Que no hay condición de objetividad porque esos objetos existen sólo si alguien se refiere a ellos: amo y esclavo, ya que la objetividad del primero depende del reconocimiento del segundo. Que no hay condición de neutralidad, ya que, al referirse a los objetos a través del trabajo, el esclavo se especializa en las propiedades de los objetos y no interrelaciona con su autoconciencia, la cual, por así decirlo Castro “le viene de fuera, de su relación con el amo”. Es, pues, según Castro, la de Hegel una teoría de la conciencia intencional incompleta. Castro alude a que Markus Gabriel ha podido mostrarla como una teoría completa porque ha traducido los códigos hegelianos a los de la epistemología actual. Y se pregunta Castro: “¿Hasta qué punto es lícita esta decodificación tan agresiva?”, y es porque Gabriel indica que “una de las tareas principales de los filósofos es justamente la traducción de una terminología filosófica a otra y la búsqueda de argumentos persuasivos con independencia de la doctrina filosófica que uno suscriba”. Esta posición hermenéutica de Gabriel, que Castro tilda de postanalítica y postcontinental, yo la suscribo y forma parte de la profundización de Gabriel en pensar el mundo, atravesando los sistemas de pensamiento con un interés unificador, aprovechando la analogía y la metáfora, como se hace en la heurística científica, para encontrar un común denominador, un hilo de Ariadna, en la comprensión de la “Weltanschauung”.
El clasicismo enciclopédico y filosófico-histórico de Ernesto Castro y el neohermeneutismo realista de Markus Gabriel, no obstante, conviven alrededor de la metáfora del amo y el esclavo, sea con filosofía de la historia, sea con desarrollo epistemológico, y mi propuesta se aleja de ese enfoque para complicarlo más aún, de la siguiente forma.
Markus Gabriel y Maurizio Ferraris, sentados, y Juan Ezequiel Morales, de pie,
en Maspalomas, antes de la pandemia de 2019
Propongo analizar la naturaleza ovejuna de los humanos como esclavos natos, esclavos de un ser superior. Como las ovejas y su pastor. En la actual situación mundial, por ejemplo, es obvio, sea cual sea su origen y causas, que fenomenológicamente se ha expandido el miedo. Un constante miedo en millones de personas hace que éstas se vean constreñidas conductualmente a buscar una solución, y la solución la dirige un líder, un líder salvador. A más algaradas y desorden y caos, más necesario se hace al humano el adviento de un líder ordenador y ordenante. Las nuevas tecnologías comunicativas, que ya se están incorporando como herramientas estatales en los códigos legales de cada país, incluyen la posibilidad de conocer en tiempo real lo que se comunica por cualquier manifestante que se manifieste, y los aparatos de los manifestantes, o ciudadanos, pueden ya, tecnológicamente, ser inhibidos e inutilizados para hacer fotos testificales, tanto como pueden ser interferidos audiovisualmente “on line”. La obligatoriedad jurídica de que cada ciudadano lleve encima suyo, como si se tratara del documento de identidad, un Smart-móvil, y la juridicidad que asiste al estado-leviatán de piratear completamente, y repetimos, en tiempo real, toda comunicación e información audiovisual y geolocal de ese aparato, hace que el conjunto de los seres humanos se haya convertido en un enjambre con una mente grupal, o grupalizable, y un rey del mundo, real o arquetípico, que los guía. Salomon Asch, en 1951, descubrió el surgimiento de la conducta de conformidad en los individuos pertenecientes a grupos. Asch no amenazaba al experimentando, sino que observaba sus gestiones emocionales tendentes a satisfacer al grupo para no desentonar, pero Milgram y Zimbardo usaban dinámicas teatrales o performativas de sujetos aleatoriamente enfrentados a una situación jerárquica, y en ese caso la actitud de “no desentonar” se reconvertía en obediencia incuestionada. La obediencia bajo la forma de democratización de toma de decisiones es la coartada moral perfecta para el individuo que ejecuta el acto horrible contra la víctima. El individuo victimario se protege en la tiranía de la mayoría, y se genera un seguidismo de grupo difícilmente evitable por el individuo sin que exista una reacción por parte del resto de componentes del grupo, lo que favorece la compacidad del comportamiento de enjambre o de manada. La actual pandemia muestra en toda su crudeza dos grupos, el de los vigilantes tras los visillos de las ventanas y el de los ciudadanos que quieren disfrutar de libertad.
Y ya tenemos el lío armado: Markus Gabriel escarbando hermenéuticamente en la naturaleza realista para encontrar un lenguaje filosófico y epistemológico universal, Ernesto Castro protegiendo la filosofía de la historia como un mecanismo humano y humanístico que busca en su teleología una solución desalienante, y yo intentando atrapar la conciencia del superorganismo, del ser superior leviatánico, a fin de señalarlo deícticamente y saber de dónde viene a los humanos y a los humanoides las órdenes y cuántas de éstas parecen conscientes y cuantas son inconscientes. Lo que sabemos ahora es que, revolucionarios o no, todos los humanos buscan un amo. Los humanos aspiran a un amo. Estamos hechos para eso.
Esperemos en este IV Meeting llegar a un acuerdo, o bien, trifurcar las soluciones y los campos definitorios de lo que llamamos ética.
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