Con toda esta información, originada en los vigilantes y los autovigilantes, dentro del ordenamiento del hiperimperio, habrá que reducir a la población, pues cuando el individuo cumple 60-65 años, deja de producir y se convierte en objeto de gasto, asimismo, los débiles y los inútiles representan también un gasto prescindible.
Lindsay, en su texto “Cynical Theories” (Agosto 2020) explica que esta corriente puede denominarse “leninismo 4.0”, y entran en ella los “Antifas” y los “Black Lives Matter”, y las señala como un problema de futuro e inminente totalitarismo, una modificación del comunismo, basado en que la verdad es relativa, el paradigma escéptico que pusieron de moda los postmodernistas franceses (Foucault, Derrida y Lyotard), con un método deconstructivo que hacía perder toda referencia a una verdad objetiva, con lo que las dicotomías hombre/mujer, humano/animal, humano/máquina, quedan difuminadas, y de aquí se regeneran las ideologías de agravio y victimismo que los estudiantes identifican, definen y son premiados por una corriente universitaria global, lo cual a su vez es admitido por el mundo empresarial por el evidente nicho de ganancias que produce. Se trata del cinismo deconstructivo, en la acepción de Lindsay. Esta extensiva forma de ser tan cambiante marca, en nuestra opinión, un ciclo evolutivo de la especie humana, en la época del transhumanismo, equivalente a cuando la eusocialidad determina entre las hormigas, las avispas, los termes, o los camarones, como dice Edward O. Wilson, en su crucial “The Social Conquest of Earth” (2012), que existen cambios genéticos y fenotípicos que mudan los comportamientos de forma global, para todos los individuos, como si fueran robots, todos a la vez, en el ejemplo de las hormigas: “El gen de la eusocialidad que comparten con la reina madre los ha transformado en robots, expresando un estado de su propio fenotipo flexible.
El primero es la entrada de la antroposfera en la Era Ovejuna, la que se denomina globalismo, pero que recoge una creencia cerril en la ética de lo colectivo, la construcción de una sociedad humana en la que el individuo queda lastrado y se le substituye por el denominado Bien Común, se le cercena su libertad y lo agradece, ya sea como consigna del partido comunista chino, ya sea como propuesta de su contrario natural, el Foro Económico Mundial y adláteres.
Y como en nuestra contemporaneidad la religión bíblica y monoteísta ha sido sustituida por la adoración al nuevo Becerro, la Ciencia, ahora tenemos a Greta Thunberg, la nueva sacerdotisa, quien a sus dieciocho añitos nos invita a no volar en aviones y a olvidarnos del ocio libre, en pro de conservar la Tierra, a la que se considera un bien superior a la vida humana. Ante la trampa mortal que significa este “Dark Winter” que vive ahora la humanidad, esta “Silent Spring”, las instituciones globales empiezan a ser parasitadas por las elites que corresponden, y el plan se empieza a atisbar. No es una Pandemia, es una Sindemia, algo que conlleva todos los males a la vez, no exclusivamente el del virus, que solo es el coadyuvante para el troceamiento y destrucción de la economía y los derechos humanos individuales, y la implantación de un derecho de gentes conducido por sus dirigentes.Hay ya proyectos arquitectónicos que, filosófica y prospectivamente, cuentan con el escenario hacia el que esta situación se dirige: toda la población humana, como si se tratara de un nido de marabunta, hacia la existencia en una sola ciudad, una megaciudad.
El ataque al Parlamento como arquetipo, un incendio como el del Reichstag alemán, en febrero de 1933, que fue el inicio de la persecución de judíos y comunistas, la destrucción del palacio del emperador romano Diocleciano en Nicomedia, que fue el inicio de la persecución de los cristianos, un ataque como el del 11S, que fue el inicio de la vigilancia y el control mundial de los transportes, y ahora, el ataque al Capitolio norteamericano, que se ha revelado inmediatamente como el inicio de la censura y cierre de cuentas, canales y páginas de Internet en todo el planeta, abatiendo a los opositores de lo política y globalmente correcto. Yuval Noah Harari, profesor de Historia Medieval y Militar de la Universidad de Jerusalén, autor de “Homo Deus”, en 2017, declaró al Forum Fnac-Federazione Nazionale dell’Acquisto per i Quadri: "Después de 50 años [la democracia liberal] podría desaparecer completamente. El mundo podría ser dominado por dictaduras digitales. Entonces la revolución digital en curso podría conducir a la creación de una nueva forma de régimen autoritario". El futuro amordazador de los individuos ya está aquí, y será por eso que, justamente ahora, miles de millones de humanos llevan bozal.
La tecnología, al igual que las neuronas del sistema nervioso, posibilita la relación entre los individuos y la tecnología debe cumplir, pues: a) velocidad de transmisión del mensaje -un móvil en cada humano y la internet-; b) universalidad de transmisión del lenguaje -lo cual hemos podido ver que ocurre en el caso de la pandemia vírica, con cinco mil millones de humanos encerrados en sus casas-; c) lenguajes polarizados en los que haya un ganador que gobierne -la definición jurídica amigo/enemigo, de Schmitt, o la de facha/antifa, que concentra en símbolos la percepción de maldad extrema ante la que se reacciona grupalmente-. Logo de Citizen Lab, Universidad de TorontoLa universalidad del mensaje se está consiguiendo con las redes de telefonía heredadas del siglo XX. Citizen Lab, de la Universidad de Toronto, es un grupo investigador que ha estudiado el software espía de Circles, compañía fundada en 2008, y ha emitido recientemente un informe (“Running in Circles: Uncovering the Clients of Cyberespionage Firm Circles”, Ron Deibert et alia).
Estas derivas poblacionales se deben a muchos factores: la expansión de la ruina producida por las políticas ante la pandemia vírica, la guerra geolocalizada en las fronteras de Marruecos, Argelia y Mauritania, el interés por la minería de aguas archipelágicas y algún sinfín de motivos más que se hurtan a la población en general para que no se enfurezca, siendo que, de natural, el altruismo sociobiológico amansa las reacciones.Rescate en el Mediterráneo por el barco de la ONG "Open Armas" Sin hacer prospectiva sobre lo que puede pasar, sí constatamos una tensión social inesperada, como dicen en América: ya la gata se subió a la batea.
Lo que nos demuestra que estamos ante una catástrofe léxica está en que, hoy día una canción de reggateón tiene un promedio de 30 palabras, y que, de las 300 palabras utilizadas por un joven, unas 78 son groserías y unos 14 son emoticones (en España, pues, según una investigación de la Universidad de Michigan, en Francia son casi 60, en USA son 30, en Rusia 40, etc).
La obediencia bajo la forma de democratización de toma de decisiones es la coartada moral perfecta para el individuo que ejecuta el acto horrible contra la víctima, en una confirmación perfecta del “homo homini lupus est”. El individuo victimario se protege en la tiranía de la mayoría, y se genera un seguidismo de grupo difícilmente evitable por el individuo sin que exista una reacción por parte del resto de componentes del grupo, lo que favorece la compacidad del comportamiento de enjambre o de manada.
Una posición que, para el autor, no deja de ser un prurito gratuito que encuentra su fundamento en un consenso histórico y no en una epistemología razonada. Ante esto, Morales ofrece el objetivo de su libro: “Permítanme relatar una serie de hechos y comportamientos canónicos, es decir, descriptores de situaciones filosóficamente relevantes, a fin de ir sacando conclusiones respecto a la existencia de un Ser Superior y ontológicamente autónomo”. Los primeros capítulos de este libro están dedicados a examinar diferentes hechos empíricos de los que puede deducirse, con todas las trazas de racionalidad, la existencia del Ser Superior que el autor propone a los lectores. Dinámicas grupales Así, se refiere a los apóstatas, considerando como tales a quienes abandonan determinado paradigma y son seguidamente estigmatizados por los componentes del grupo que acaba de dejar.